domingo, 16 de febrero de 2020

Los días en que podías ser un tonto sin que todo el mundo se enterara

En el año 2013, una mujer llamada Justin Sacco, la entonces directora de relaciones públicas de InterActiveCorp, una empresa dueña de varios sitios conocidos en internet como Vimeo, se dio a conocer mundialmente gracias a un par de líneas que escribió en una de esas redes sociales muy populares (Twitter, me parece).

En el año 2013, justo antes de tomar su vuelo hacia África, Justin escribió algo como esto: Espero no contagiarme de SIDA. Es broma: soy blanca.

En su ensayo De los tesoros de los reyes, John Ruskin ejemplifica una idea de modo genial: un marinero experimentado podrá haber viajado por todo el mundo y aprendido múltiples lenguas; pero sólo hace falta que abra la boca y salgan de ella un par de palabras para darnos cuenta que es un tipo iletrado. Con esto quiero decir que el mundo entero conoció a Justin Sacco con un solo tweet (que no fue el único, ya que al parecer tenía una lista algo nutrida de comentarios tontos como el mencionado), tras lo cual fue despedida de su empleo. Por lo que sé, esta mujer tiene alto valor profesional, y al parecer no le costó mucho esfuerzo encontrar otro empleo tras su prejuicioso comentario. Su caso demuestra que ser profesionista, más aún, un profesionista renombrado, no le quita lo tonto a nadie.

Los mensajes de WhatsApp que Karen envió a su familia.
Perdonen ustedes esta larga introducción. Karen Espíndola, ¿la recuerdan?, la mujer que, para permanecer en una juerga con un hombre en un bar, armó una trama tal que sugería el posible secuestro de su persona por un taxista. Con esta mentira, ella intentó ganar tiempo para permanecer en su fiesta, pensando, posiblemente, que mientras su familia destrozada por la noticia de su secuestro la buscaba por toda la Ciudad de México, ella podría seguir bailando. Excelentísimo razonamiento.

Karen Espíndola, que tras revelada la mentira, fue llamada la Tripona mentirosa
Precisamente aquí quería llegar. Esta mujer, Karen, semejante a Justin Sacco y a la otra boba, Xiime García (la piloto terrorista de la cual ya escribimos algo antes), seguramente pensó que sus familiares no harían nada, no llamarían a nadie, no acudirían a las autoridades de la ciudad, y no moverían un solo dedo para intentar encontrarla mientras ella se se arrimaba al hombre por el cual salió de su boca semejante mentira.

La gente tonta, así parece ser, jamás le hace bien a nadie. Me parece recordar que una de las amistades de Justin Sacco, justo después de hacerse viral su comentario ofensivo e insensible, dijo algo parecido a esto, lo cual, y con esto termino, secundo totalmente: apenas recuerdo los días en que podías ser un tonto sin que el mundo completo se enterara.

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