domingo, 23 de septiembre de 2018

El terremoto destruyó mi Secundaria 17

Hace tiempo escribí sobre la Secundaria Técnica 17, Artes decorativas, ubicada en la delegación Coyoacán de la CDMX. Como comenté en ese otro post, estudié ahí en la década de los 90's. Algunos meses después del terremoto del 19 de septiembre de 2017, me enteré que el sismo minó la estructura basal del edificio principal. No supe de esto sino ya bastante tarde, cuando comenzó la demolición. Cuando pude fui a visitar mi antigua escuela, en compañía de mis hermanos (que también estudiaron ahí), antes que la derrumbasen por completo.

La secundaria, antes de su demolición
La encontré cercada, con grietas visibles y bastante feas; una escena desagradable, evidentemente no por el edificio mismo, sino por su historia conmigo. Pensaba en que, ahora sí, iba a ser imposible volver a entrar en mi escuela, aunque fuera de visita. Eso ya no iba a ser posible de ningún modo.

El edificio que representaba la única etapa de mi vida que yo guardaba con aprecio, iba, entonces, a ser echado abajo, deconstruido, demolido hasta sus cimientos. Pensé que ya no sería la misma cosa cuando levantaran otro edificio en su lugar, porque aunque de jure se hablaría de la misma escuela, de facto no lo sería más.

Francamente no recuerdo en qué grado fue, quizá el 1ro, en que una mañana dentro del salón de clases, mientras no estaba el profesor, una compañera (Miriam) comenzó a entregar invitaciones para la fiesta que organizaba para el siguiente fin de semana. Primero las repartió entre sus cercanos, luego con el resto. La verdad que yo no sabía de qué se trataba la invitación ni su motivo para organizar nada, así que en vista que nunca se acercó a mí, decidí acercarme yo y pedirle que me dejara ver uno de esos papelitos que andaba entregando, pero no para ser invitado sino para leerlo y enterame del asunto. Una vez que lo hice, le entregué la invitación y ella me devolvió una sonrisa diciéndome que era para mí.
La nueva secundaria
No soy de los que guardan cosas a lo largo de su historia como para mantener objetos vivos de un pasado querido. No tengo un baúl de los recuerdos, si queremos decirlo así. Sin embargo sí he guardado un par de cosas, y una de ellas es esa invitación que hice que me dieran. Encontré en Google Maps la dirección escrita en ella, y hoy ya sólo me resta animarme a tocar la puerta de la casa de Miriam. Nunca fuimos cercanos..., pero era mi compañera y la recuerdo. Espero que siga viviendo ahí.