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La gente que cree en Dios normalmente piensa que el Señor lo puede todo y que por donde quiera que se lo mire sólo hay perfección e infinitud. En este sentido el catecismo que esas personas han recibido durante la infancia, ha hecho un muy mal trabajo, pues en toda la historia del pensamiento cristiano incluso los mismos filósofos creyentes han atribuido una buena lista de cosas que Dios no puede hacer, y que a pesar de considerarlo perfecto en su ser, le atribuyen tales limitaciones:
- Hacer coincidir cosas contradictorias
- Hacer el mal
- Evitar el mal
- Volver el pasado
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Hacer el mal. A Dios siempre se le atribuye una bondad moral infinita, con lo cual se quiere decir que es incapaz de experimentar pasiones negativas como el odio y la traición. ¿Pero si Dios es incapaz de hacer mal, de dónde sale el mal? En este sentido, es posible concluir que Dios mismo es su origen y principio. Con esto no queremos decir que Dios desee la existencia del mal con motivos torcidos, sino simplemente que sin el Señor nada existe, ni siquiera el mal. El mal, por consiguiente, tiene sentido y un fin en este mundo; por lo que debemos entender que Dios necesita que el mal esté presente en la vida de cada uno de nosotros. George Berkeley (el padre del idealismo filosófico), por ejemplo, nos dice que Dios mismo puso al mal en el mundo como condición de la felicidad humana, ¡nada más y nada menos!
Evitar el mal. Existen algunos otros pensadores, como Hans Jonas del cual ya hemos dicho algo en este otro post, que aún siendo perfectamente creyentes y hombres religiosos, entienden que ni Dios mismo con toda su fuerza, puede evitar las cosas malas en nuestro mundo humano. Por ejemplo, Wolfgang Borchert que ciertamente no es un pensador sino un literato, en su obra más famosa puso las siguientes palabras en la boca de Dios: ¡Porque no me queda otro remedio! ¡Se tirotean, se ahorcan, se ahogan, se asesinan! Hoy cien. ¡Mañana, cien mil! ¡Y yo…, yo no puedo remediarlo! Borchert termina diciéndonos con palabras más fuertes:
No puede dejarse morir a los hombres sólo por una palabra vacía de sentido… Los muertos…, ésos no contestan. Ni Dios tampoco. Pero los que viven, preguntan.
Volver el pasado. Este es un tema muy interesante. A quién no se le ha ocurrido la idea de volver al pasado, de regresar a él y cambiar cosas. Recuerdo ahora un artículo de filosofía de la ciencia publicado hace tiempo, del que desgraciadamente no recuerdo su autor, pero en el que se trataba precisamente este asunto, en el cual se concluía que el viaje al pasado no era una locura y por el contrario era lógicamente posible1.
En conclusión, aún cuando el concepto de Dios esté definido precisamente por la perfección e infinitud, aún así los mismísimos pensadores no dejan de atribuirle a Dios ciertas carencias y limitaciones. Así que, a partir de ahora, seremos un poco más moderados en nuestros discursos a la hora de hablar de Dios (si creemos en él, desde luego), y no caeremos en el dicho facilote y tonto de decir que Dios lo puede absolutamente todo sin restricciones.
1 Lógicamente posible significa no necesariamente falso.
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