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Justo antes de llegar a las instalaciones mencionadas nos detuvimos en el patio, enorme como se pueden imaginar. Los dos desconocidos comenzaron a hablar directo con mis superiores indicándoles el motivo por el cual estábamos todos ahí. Me iban a llevar detenido porque era presunto responsable de un crimen relacionado con la delincuencia organizada.
En el post anterior escribí mi experiencia con la sola idea de ser inculpado falsamente por las autoridades. Bueno, pues en el AICM no se trató de ninguna idea, era la realidad, me estaban inculpando, me estaban asociando o queriendo asociar con un crimen de verdad.
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Justo en la entrada del AICM estaba estacionada una camioneta, Suburban, según recuerdo. Me subieron y uno de los federales condujo a toda velocidad como si nos estuviesen persiguiendo. De pronto una patrulla se puso enfrente y no nos dejaron pasar; pensé que me estaban secuestrando y que la policía de la Ciudad de México de alguna manera milagrosa había llegado a salvarme. "Por favor, que la policía me baje y me saque de este embrollo", me dije a mí mismo. El federal se bajó, intercambió 3 palabras con la policía y ésta se hizo a un lado. Mis captores retomaron nuevamente el camino. De inmediato comenzaron a mostrarme una serie de fotografías preguntándome a quiénes de ahí conocía. No conocía a nadie. Las fotografías eran del aeropuerto.
Yo sólo pensaba que ojalá la camioneta se dirigiera a una institución gubernamental y no a un lote baldío. Estaba seguro que si me llevaban a las oficinas de una institución del gobierno todo se iba a aclarar porque no era yo ningún criminal, y en verdad esperaba llegar a tales oficinas y no comenzar a ver despoblado, porque en este último caso probablemente me habían confundido con otro e iban a matar.
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El cuento es bastante largo, pero, y ya para terminar, les digo que me dejaron ir como a eso de la una de la mañana del día siguiente, pero no antes de que me carearan con uno de los dos revisores que al parecer habían capturado recientemente. Era una chica. La recuerdo bien, lloraba por el asunto en el que estaba metida. Me miró de frente y los federales le preguntaron si me conocía. Contestó que no. Estaba destrozada, iba a parar años en la cárcel por una tontería como esa.
Triste y muy desagradable recuerdo al no saber que está pasando con la persona que compartes la vida,se vienen pensamientos de qué va a pasar con tu familia y la impotencia cuando no t dejan verlo; el frío y desamparo cuando piensas y que voy a hacer si en esos momentos no se tenía ni para la multa? Cuando en este país primero t detienen y luego investigan.sin duda una luz muy grande y justa te salvó.
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