Confieso que el día de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, cuando miraba cómo el mapa electoral se pintaba de azul por todos lados, el color republicano, comencé a temer, a temer en serio, porque sabía lo obvio: en cuanto gran parte del comercio de México depende del país de las barras y las estrellas, la economía de México se vería afectada hasta los huesos si acaso el futuro presidente Trump llegara a tomar acciones reales para deshacer o renegociar el TLC en contra de los intereses mexicanos.
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Pero el miedo que experimente en un principio se ha convertido casi totalmente en resignación... Han pasado ya varias semanas con Trump en la presidencia, y ahora pienso que quizá lo mejor que le podría pasar a México es que el presidente norteamericano siga en su empeño por renegociar, e incluso deshacer por completo el Tratado de Libre Comercio.
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La no diversificación trae esta clase de problemas que ahora nos aquejan. En el momento en que algo indeseable sucede con el país en el que centras todos tus esfuerzos, los primeros que van a pagar las consecuencias son sus socios, en este caso nosotros.
Si acaso Trump se viera obligado a dejar la presidencia de su país, digamos por un atentado que le diera muerte o simplemente por una revocación de mandato vía el Congreso1, México, estoy seguro, seguiría adelante con el TLC y abandonar toda idea de diversificación comercial, como si no hubiera aprendido nada, como un animal que carece de memoria, continuando con la dependencia comercial en su relación con Estados Unidos.
1 Incluso Las Vegas dan altas posibilidades al hecho de que Trump no va a terminar sus 4 años de mandato.
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